miércoles, 17 de octubre de 2012

España sí, España no, España me gusta me la como yo

Hay que ver, Alberto. Te leo y no sé qué pensar. Igual que me lleva pasando todos estos días desde que estoy aquí. Que no sé qué pensar. Me explico un poco mejor: desde que llegué aquí he tenido bastante suerte en todos los aspectos. Aunque al principio me llevé un poco de impresión viendo que mi vida no iba a ser tan maravillosa como pensaba, y que había que trabajar de verdad y que yo no era Mary Poppins ni lo tenía todo tan fácil ni podía resolver los problemas con un poco de azúcar y esa píldora que os dan, ahora que ya llevo aquí tres semanas puedo hacer un balance y ese balance es positivo: me gusta mi familia, me tratan bien, y vivo ¡tan cerca de Manhattan! es un privilegio poder ir todos los fines de semana.

Pero por otra parte, me paro a pensar y me doy cuenta de que ¡¡¡solo llevo aquí tres semanas!!! y en el fondo de mi corazón me encantaría estar en mi casa. La vida en España eran tan fácil... pero creo que ese es un pensamiento que refleja lo comodona que siempre he sido. Me gustaba mi vida en España, pero, ¿era la vida que quería? No. Claro que no. Yo no quiero vivir con mis padres y tener que estar encerrada en Zamora. 

Debería estar alegre porque tengo un trabajo que está bien pagado, porque estoy conociendo gente nueva, un país nuevo, y sobre todo, un idioma (con el idioma sí que estoy contenta, noto la mejora día tras día), pero de verdad que no hay día que no me diga a mí misma "¡Qué a gusto estaría yo en mi casa!". Es un pensamiento que quiero eliminar cuanto antes, pero no puedo por menos de sentirlo. ¡Cuánto me gusta España, incluso cuando está hecha mierda! Y claro, tampoco puedo dejar de pensar que todavía me queda un año (menos tres semanas) entero aquí. 

Y al final todos mis días son una lucha en mi interior: la parte de mí que estaba tan a gustito en casa, que echa de menos muchísimo a su familia y a su perro, contra la parte de mí que se dice "qué afortunada soy por poder hacer lo que estoy haciendo". Y a todo esto tenemos que sumarle que hoy me ha venido la regla.


Así que me voy a encomendar a la virgen del Escorial para que me dé ánimo y ganas para aprovechar esta experiencia a tope, porque no quiero pasar cada día aquí pensando en qué estaría yo haciendo en Zamora ahora. ¿Qué iba a estar haciendo? ¡Nada!

No hay comentarios: